“…Construyeron castillos en el aire, ¡Y si sus sueños hubiesen sido ciertos algún día, existieran fabulosas ciudades de milagro, fabulosas, fabulosas, fabulosas!”
Luis Cardoza y Aragón ( Poema 2/ Luna Park)
Quetzaltenango tiene eslogan propio. Su nombre se ha convertido casi en un símbolo. Es inmediatamente asociado con toda una tradición cultural e intelectual. La cuna de la cultura, le dicen. Emperifollada, solemne, casi mítica, y a no ser por recientes esfuerzos alternativos, se podría afirmar que es heredera de una tradición artística en peligro de extinción. Y con esto no me refiero a que el campo esté muerto. La gente trabaja, se mueve, crea, se organiza, sale a la calle. El dinero para importar opiniones, visiones, trabajos no existe. Los sueños, las ganas, los proyectos, sí. De esta manera la cultura queda simplemente asociada al nombre de la ciudad como un fantasma agradable e inofensivo. Dan testimonio de todo esto, entre otros, los medios de comunicación social del área, que si bien guardan un espacio para “la cultura”, muchas veces no le dan el uso esperado. Esas plazas terminan por desaparecer o, simplemente, son sustituidas por un breviario del entretenimiento y la farándula: dos especialidades que resultan ser un “relleno” más productivo financieramente hablando. A ello se une la poca promoción a nivel del Gobierno local, que no pasa de continuar con el apoyo a los tradicionales certámenes establecidos de Literatura y Pintura, ni de asociar su apoyo a la cultura, únicamente con las manifestaciones del folclor local. Lo anterior, aunado al inexistente fomento cultural dentro de las familias, y al muchas veces inapropiado tratamiento de la literatura que tienen los establecimientos educativos - Con esto último me refiero a la imposición de varias lecturas que necesitarían de cierta madurez literaria para su apreciación (El señor Presidente, de M.A Asturias es un claro ejemplo) o por el otro extremo, a la preferencia de textos de autoayuda - tienen como resultado un alejamiento permanente entre juventud y arte, nacido del prejuicio, malamente adquirido, de que el arte es algo aburrido al que solo se dedican los adultos. Por todo esto surge el proyecto Luna Park, una revista de difusión del arte y la cultura para Quetzaltenango. Su nombre remite a varios aspectos que vale la pena resaltar:
· Luna Park es el título del libro de juventud de uno de los más grandes escritores guatemaltecos del siglo XX: Luis Cardoza y Aragón.
· El libro, perteneciente al movimiento vanguardista, trae, implícita, la idea de la experimentación propia del movimiento literario.
· Su contenido manifiesta toda la fuerza vital de los veinte años del autor.
· Según el diccionario, el nombre Luna Park, en inglés, se refiere a un “parque de diversiones o de entretenimiento”. Definición que encaja con el espíritu de la revista.
· Si bien, el nombre podría significar todo esto para las personas ligadas a la literatura, también puede servir para que los que la desconocen realicen asociaciones mentales: en el primer caso, la palabra Luna tiene una relación directa con la “identidad quetzalteca” perfilada por su famosa melodía Luna de Xelajú. Y Park, según su traducción literal del Inglés, nos remite a Parque, un centro de reunión y convivencia del departamento.
Así pues, lanzamos este prolegómeno de nuestro Luna Park que, a partir de agosto, se convertirá en el primer medio electrónico de su especie – en Xela – dedicado especialmente a la difusión de la literatura y el arte en general. He aquí la primera piedra de este castillo flotante.
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