jueves, 6 de diciembre de 2007

Por la puerta grande/ recuento 2007


Por: Gabriel Rodríguez

Vemos que el César ha mandado a embellecer la ciudad con rotondas rotundas, y con el alumbrado público donde hacía falta, para combatir a los malhechores de las sombras y poner luz en la vida de los quetzaltecos. Pero también, dicho sea de paso, para iluminar el camino de su carroza motorizada y facilitar el tránsito de todos los días cuando él se dirige desde su palacio hacia el Circo Máximo, perdón, quiero decir el Palacio Municipal.
El desfile del victorioso “emperador” de Los Altos partiendo de su recién inaugurado arco del triunfo, poco antes de septiembre como para decir que presentía que sería reelecto como primer ciudadano de la Lunática Xelajú. Partió con todo su séquito, desde la simbólica “puerta de la ciudad”. Una manifestación de atávico “culto a los antepasados” en cada detalle arquitectónico neoclásico, monumento al anacronismo oportunista. Y ahora que en septiembre, “mes de la patria”, en efecto, su arco triunfal fue una premonición de que ganaría la reelección. Celebró dos veces: el “cumpleaños” de la patria, y su continuidad en los agrietados muros del Palacio Municipal. Y puesto que ya se fajó para la campaña de reelección, se ha ido 3 años de vacaciones, y no asiste a invitaciones: por qué ir a ver un documental sobre el Sexto Estado, si se puede ir de viaje, y además, ya hizo su propio documental neoclásico de block y prefabricados que durante su “filmación” produjo algunos accidentes de tráfico y algo más de caos vial.
Si esto fuera poco, también le han quedado varias fiestas paganas más para seguir celebrando, con tratamiento de estrella de de rock, de ser posible: desde el mes de las fiestas patrias, hasta enero en el que iniciará oficialmente un nuevo capítulo de su mandato. Se paseará en su carroza motorizada o a pie, saludando a todos los ciudadanos, y atendiendo las consultas y demandas de todo aquel ciudadano y ciudadana le plantee en el ínterin. Se puede ser un primer ciudadano modelo en estas fiestas de fin de año, muy devoto y sociable en las catedrales de Dios como en las del capitalismo, que se llenan de fieles incautos en estas épocas del año. Allí el César glamoroso se lucirá y compartirá al pie del árbol de navidad; un Papá Noel bondadoso que repartirá regalos a grandes y chicos.
Y así, el sujeto en cuestión, sigue haciendo mito y leyenda, y a pesar de desayunar huevos tibios cada mañana (según cuentan los graffiti), sigue pasando por la puerta grande.

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